Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario. 17/08/25. Chima Offurum.
En nuestras interacciones habituales, escuchamos la expresión: «Muchas son las pruebas del justo», y es cierto. Pero una verdad mayor, que trae mayor alegría, es que Dios los salva de todas sus angustias. Este domingo, escucharemos diferentes historias sobre personas tratadas injustamente y las respuestas de Dios a su difícil situación. Oramos para mantenernos enfocados en nuestro camino cristiano porque Aquel que nos llama (Dios) nunca falla.
El Evangelio de este domingo (Lucas 12:49-53) nos confronta con una de las enseñanzas más desafiantes de Jesús, cuando dice que su misión traerá división en lugar de paz, incluso dentro de las familias. La presencia de amor genuino y lazos profundos en muchas de nuestras familias me incomoda con esta verdad; sin embargo, la advertencia de Jesús es un serio recordatorio de que el discipulado puede requerir elegir la verdad por encima de la comodidad de la armonía. Que la lealtad al evangelio puede causar desavenencias con padres, hijos o hermanos, porque seguirlo exige una lealtad mayor que la sangre o la tradición.
Quiero ser claro sobre un punto crucial: Jesús no nos llama a destruir relaciones, pero sí nos llama a afrontar la realidad de que la verdad de Dios puede chocar con los valores o las concesiones de quienes nos rodean. La historia de Jeremías (Jeremías 38:4-10) muestra claramente esta verdad: se negó a guardar silencio incluso cuando su pueblo se rebeló contra él por proclamar la palabra de Dios. Su ejemplo de redención, como se declara al final de la primera lectura de hoy, revela además que Dios nunca abandona a quienes confían en Él, incluso cuando la fidelidad conlleva peligro y rechazo. En la Carta a los Hebreos (12:1-4), el autor nos insta a mantener la mirada fija en la victoria sobre el pecado y la muerte, y nos recuerda además que la oposición de quienes no comparten nuestras ideas forma parte de participar en la misión de Cristo.
En tales pruebas, hermanos y hermanas, nos anclamos en la promesa de Jesús (Juan 10:27) de que sus ovejas conocen su voz y lo siguen. Esta confianza nos fortalece cuando la división y las dificultades nos golpean, porque Dios obra no según nuestro chronos (tiempo ordinario), sino según su kairos (el momento señalado). Así como Dios rescató a Jeremías de la cisterna en su tiempo perfecto, también su liberación nos llegará a nosotros. Nuestro llamado hoy es escuchar, seguir, cambiar lo que podemos hacer o soportar lo que no. No debemos olvidar tener confianza, porque la intención de Dios de rescatarnos es segura, aunque no inmediata.

¡Esperamos que esta reflexión te traiga paz cuando estés preocupado!